domingo, 14 de marzo de 2010

Un personaje.

Nota publicada en el diario Crítica de la Argentina
Vladimir Yarets se subió a su moto BMW 650 y recorrió 311.000 kilómetros en silencio. Es sordomudo. En la palma de su mano izquierda se escribió con un fibrón indeleble de color rojo su edad: 69 años, y el año de su nacimiento: 1941.

Ayer a la tarde, Vladimir estacionó su moto en la peatonal Florida. “Quiero entrar en el Libro Guinness como el único sordo y mudo que viajó por toda la ex Unión Soviética, Europa, África y América en moto” dice la proclama que está escrita en inglés y en español y que exhibe a quienes se acercan a saludarlo y darle la mano.

A los costados de la moto están sus valijas enganchadas con sogas. El rodado es como un museo itinerante que gira alrededor del mundo desde el 27 de mayo de 2000 y que ya estuvo en 69 países: tiene una bandera de Alemania, otra de los Estados Unidos, otra de Jamaica, recortes de diarios de Taiwán, donde se lo ve posando con una sonrisa, y un mapamundi en el que muestra las etapas de su recorrido.

Con su dedo señala los nombres de su ciudad y de su país: Minsk, Bielorrusia. Los tiene escritos en la baulera de la BMW. Cada vez que apoya su índice se refriega los brazos en señal de frío. Las personas lo miran, se sacan fotos con él. Algunos les dejan adentro de su casco billetes de dos pesos o monedas de uno, para que el motoquero pueda continuar con su viaje.

A las seis de la tarde en la peatonal porteña el enjambre de personas se frena y lo mira. Vladimir agarra una hoja y escribe: 5% y 95%. Con gestos de la explicación: el 5 por ciento de las personas que lo ven le prestan atención, el resto no le dan importancia.

Está vestido con pantalones camuflados, un cinturón con la hebilla de la bandera estadounidense, zapatillas deportivas y una remera negra roquera. De la baulera saca un libro de viaje. En la tapa pegó una foto de cuatro jeques árabes. La toca y levanta su dedo pulgar. En las páginas del cuaderno tiene los sellos de los diferentes países que recorrió. También hay decenas de dedicatorias escritas en inglés, en italiano, en alemán, en árabe.

Casi al final del libro atesora un recorte de una revista inglesa. Jean-Claude van Damme está en el piso abierto de piernas. Chuck Norris posa para la foto con cara de malo. Vladimir las acaricia y se pone frenético. Lleva su mano al corazón y vuelve a levantar su dedo pulgar: es fanático de las artes marciales. Vuelve a pasar su mano por otra foto de High School Musical y levanta el pulgar. Repite la misma escena cuando roza la cara de la reina de Inglaterra: Isabel II, que tiene un gorro rojo. Vladimir levanta su mano y la lleva hasta su cabeza y gesticula.

El 13 de octubre de 2003 en Peoria, un pequeño pueblo de Estados Unidos, Vladimir se estrelló contra un camión. Estuvo durante un año internado. Cuando le dieron el alta, se volvió a subir a la moto. Ahora tiene pensado viajar hasta Tierra del Fuego y luego cruzar a Chile.

Está parando en el Hostel Inn y con señas da a entender que es barato. Un hombre vestido de traje y corbata se le acerca con una cámara de fotos. Le dona cinco pesos y lo abraza. Vladimir ya sabe lo que tiene que hacer: levantar los pulgares, sonreír y mirar con sus ojos azules a la cámara.

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